viernes, 20 de junio de 2014

Coherencia, Cohesión y Adecuación



Tal como se aprecia en la imagen anterior, un texto bien producido cuenta con los elementos principales de adecuación, cohesión y coherencia.

Aquí dejo una breve explicación de cada uno de estos aspectos, un texto que los presenta (que por cierto recomiendo mucho leer, es simplemente hermoso) y diversos ejemplos.

Adecuación: Es la selección apropiada del lenguaje para la situación comunicativa en la que se encuentra.

Cohesión: Son todos los mecanismos que sirven para relacionar las palabras, frases, oraciones y párrafos de un texto.

Coherencia: Establece cuál es la información pertinente que se comunicará y como se ha de estructurar para que el mensaje tenga sentido.



“El padre” 
Olegario Lazo Baeza.


Un viejecito de barba larga y blanca, bigotes enrubiecidos por la nicotina, manta roja, zapatos de taco alto, sombrero de pita y un canasto al brazo, se acercaba, se alejaba y volvía tímidamente a la puerta del cuartel. Quiso interrogar al centinela, pero el soldado le cortó la palabra en la boca, con el grito:
-¡Cabo de guardia!
El suboficial apareció de un salto en la puerta, como si hubiera estado en acecho. Interrogado con la vista y con un movimiento de la cabeza hacia arriba, el desconocido habló:
-¿Estará mi hijo?
El cabo soltó la risa. El centinela permaneció impasible, frío como una estatua de sal.
-El regimiento tiene trescientos hijos; falta saber el nombre del suyo repuso el suboficial.
-Manuel… Manuel Zapata, señor.
El cabo arrugó la frente y repitió, registrando su memoria:
-¿Manuel Zapata…? ¿Manuel Zapata…?
Y con tono seguro:
-No conozco ningún soldado de ese nombre.
El paisano se irguió orgulloso sobre las gruesas suelas de sus zapatos, y sonriendo irónicamente:
-¡Pero si no es soldado! Mi hijo es oficial, oficial de línea…
El trompeta, que desde el cuerpo de guardia oía la conversación, se acercó, codeó al cabo, diciéndole por lo bajo:
-Es el nuevo, el recién salido de la Escuela.
-¡Diablos! El que nos palabrea tanto…
El cabo envolvió al hombre en una mirada investigadora y, como lo encontró pobre, no se atrevió a invitarlo al casino de oficiales. Lo hizo pasar al cuerpo de guardia.
El viejecito se sentó sobre un banco de madera y dejó su canasto al lado, al alcance de su mano. Los soldados se acercaron, dirigiendo miradas curiosas al campesino e interesadas al canasto. Un canasto chico, cubierto con un pedazo de saco. Por debajo de la tapa de lona empezó a picotear, primero, y a asomar la cabeza después, una gallina de cresta roja y pico negro abierto por el calor.
Al verla, los soldados palmotearon y gritaron como niños:
-¡Cazuela! ¡Cazuela!
El paisano, nervioso por la idea de ver a su hijo, agitado con la vista de tantas armas, reía sin motivo y lanzaba atropelladamente sus pensamientos.-¡Ja, ja, ja!… Sí, Cazuela…, pero para mi niño.
Y con su cara sombreada por una ráfaga de pesar, agregó:
-¡Cinco años sin verlo…!
Más alegre rascándose detrás de la oreja:
-No quería venirse a este pueblo. Mi patrón lo hizo militar. ¡Ja, ja, ja…!
Uno de guardia, pesado y tieso por la bandolera, el cinturón y el sable, fue a llamar al teniente.
Estaba en el picadero, frente a las tropas en descanso, entre un grupo de oficiales. Era chico, moreno, grueso, de vulgar aspecto. El soldado se cuadró, levantando tierra con sus pies al juntar los tacos de sus botas, y dijo:
-Lo buscan…, mi teniente.
No sé por qué fenómeno del pensamiento, la encogida figura de su padre relampagueó en su mente.
Alzó la cabeza y habló fuerte, con tono despectivo, de modo que oyeran sus camaradas:
-En este pueblo…, no conozco a nadie…
El soldado dio detalles no pedidos:
-Es un hombrecito arrugado, con manta… Viene de lejos. Trae un canastito…
Rojo, mareado por el orgullo, llevó la mano a la visera:
-Está bien… ¡Retírese!
La malicia brilló en la cara de los oficiales. Miraron a Zapata… Y como éste no pudo soportar el peso de tantos ojos interrogativos, bajó la cabeza, tosió, encendió un cigarrillo, y empezó a rayar el suelo con la contera de su sable.
A los cinco minutos vino otro de guardia. Un conscripto muy sencillo, muy recluta, que parecía caricatura de la posición de firmes.
A cuatro pasos de distancia le gritó, aleteando con los brazos como un pollo:
-¡Lo buscan, mi teniente! Un hombrecito del campo… dice que es el padre de su mercé…
Sin corregir la falta de tratamiento del subalterno, arrojó el cigarro, lo pisó con furia, y repuso:
- ¡Váyase! Ya voy.
Y para no entrar en explicaciones, se fue a las pesebreras.
El oficial de guardia, molesto con la insistencia del viejo, insistencia que el sargento le anunciaba cada cinco minutos, fue a ver a Zapata.
Mientras tanto, el padre, a quien los años habían tornado el corazón de hombre en el de niño, cada vez más nervioso, quedó con el oído atento. Al menor ruido, miraba afuera y estiraba el cuello, arrugado y rojo como cuello de pavo. Todo paso lo hacía temblar de emoción, creyendo que su hijo venía a abrazarlo, a contarle su nueva vida, a mostrarle sus armas, sus arreos, sus caballos…
El oficial de guardia encontró a Zapata simulando inspeccionar las caballerizas. Le dijo, secamente, sin preámbulos:
-Te buscan… Dicen que es tu padre.
Zapata, desviando la mirada, no contestó.
-Está en el cuerpo de guardia… No quiere moverse.
Zapata golpeó el suelo con el pie, se mordió los labios con furia, y fue allá. Al entrar, un soldado gritó:
-¡Atenciooón!
La tropa se levantó rápida como un resorte. Y la sala se llenó con ruido de sables, movimientos de pies y golpes de taco. El viejecito, deslumbrado con los honores que le hacían a su hijo, sin acordarse del canasto y de la gallina, con los brazos extendidos, salió a su encuentro. Sonreía con su cara de piel quebrada como corteza de árbol viejo.
Temblando de placer, gritó:
-¡Mañungo!, ¡Mañunguito…!
El oficial lo saludó fríamente. Al campesino se le cayeron los brazos. Le palpitaban los músculos de la cara.
El teniente lo sacó con disimulo del cuartel. En la calle le sopló al oído:
-¡Qué ocurrencia la suya…! ¡Venir a verme…! Tengo servicio… No puedo salir.
Y se entró bruscamente. El campesino volvió a la guardia, desconcertado, tembloroso. Hizo un esfuerzo, sacó la gallina del canasto y se la dio al sargento.
-Tome: para ustedes, para ustedes solos.
Dijo adiós y se fue arrastrando los pies, pesados por el desengaño. Pero desde la puerta se volvió para agregar, con lágrimas en los ojos:
-Al niño le gusta mucho la pechuga. ¡Denle un pedacito…!


Ejemplos


Adecuación:

En el cuento anterior se aprecia una correcta selección del lenguaje, logrando el objetivo de entregar exitosamente el mensaje, logrando identificar que se trata de una narración. El nivel de formalidad utilizado por el autor es constante al igual que el grado de especificidad.

Distinto hubiese sido si en vez de “Al menor ruido, miraba afuera y estiraba el cuello, arrugado y rojo como cuello de pavo. Todo paso lo hacía temblar de emoción, creyendo que su hijo venía a abrazarlo, a contarle su nueva vida, a mostrarle sus armas, sus arreos, sus caballos… “, el autor hubiese escrito “Al menor ruido, altiro miraba afuera y estiraba el cuello, arrugado y rojo como cuello de Meleagris gallopavo. Todo paso lo hacía temblar de emoción, creyendo que su cabro venía a abrazarlo, a contarle su vida, mostrarle sus armas, sus arreos, sus caballos…”

En el segundo texto modificado, se aprecia que el nivel de formalidad baja abruptamente al utilizar las palabras “altiro” y “cabro”, como también el grado de especificidad aumenta al sustituir la palabra “pavo” por el nombre científico de éste, resultando un texto que no presenta una correcta adecuación.


Coherencia:

Con el cuento seleccionado, se pueden destacar ciertos aspectos propios de la coherencia, los cuales serán explicados a continuación.

Cantidad y calidad de la información: no existe redundancia de información, además, esta se encuentra en forma precisa, por ejemplo cuando el autor dice “Dijo adiós y se fue arrastrando los pies, pesados por el desengaño.”, no deja duda al por qué arrastraba los pies, enfatiza la emoción del hombre que se encontraba dolido, sin esa pequeña descripción “pesados por el desengaño” el texto disminuiría  en el objetivo de provocar que el receptor se conmueva. Por otro lado, la idea que expresa es clara, explicándose por sí sola, sin la necesidad de recurrir a ayudas externas que permitan su comprensión.

La estructura de la información: corresponde a un texto narrativo (supraestructura) ordenado cronológicamente con una presentación, episodio y final. La macroestructura se encuentra clara, siendo ésta el sentido global del texto: El amor incondicional de un padre a su hijo a pesar de lo que este haga.

El tema y el rema: son manejados de manera equilibrada, iniciando con “Un viejecito…” (tema), para luego indicar la situación en la que se encuentra “se alejaba y volvía tímidamente a la puerta del cuartel” (rema), iniciando así una cadena de información conocida con información nueva. En el caso del fragmento seleccionado, el tema sería “el oficial de guardia”, en tanto que el rema sería “molesto con la insistencia…”.

Finalmente, cada párrafo desarrolla una idea distinta a la de los otros párrafos, sin dejar información inconclusa o juntando ideas que no se conectan entre sí.

Cohesión:

Existe una serie de recursos de cohesión que se pueden identificar en el cuanto de “el padre”, entre ellos recursos anafóricos que están ejemplificados a continuación:


“Mientras tanto, el padre, a quien los años habían tornado el corazón de hombre en el de niño, [] cada vez más nervioso, [] quedó con el oído atento.” En el fragmento anterior, se aprecia la utilización de la elipsis en las zonas marcadas [], donde se omite al sujeto (El padre) debido a la cercanía del original y se entiende que se habla de él.

“Quiso interrogar al centinela, pero el soldado le cortó la palabra en la boca…” Esta oración permite apreciar la llamada sustitución léxica por sinónimos, donde el autor para no repetir la palabra centinela utiliza el término soldado debido a la cercanía de éstas.

Otro elemento cohesivo es la puntuación, para ello utilizaremos el siguiente párrafo:
“El viejecito se sentó sobre un banco de madera y dejó su canasto al lado, al alcance de su mano. Los soldados se acercaron, dirigiendo miradas curiosas al campesino e interesadas al canasto. Un canasto chico, cubierto con un pedazo de saco. Por debajo de la tapa de lona empezó a picotear, primero, y a asomar la cabeza después, una gallina de cresta roja y pico negro abierto por el calor.”

En el trozo seleccionado encontramos que las frases se encuentran separadas por comas: “El viejecito se sentó sobre un banco de madera y dejó su canasto al lado”->Frase 1; “al alcance de su mano.” ->Frase 2.

Los puntos seguidos son utilizados para separar oraciones que si bien pertenecen todas a una misma idea, presentan diferencias en la información que entregan. Ej.: “Los soldados se acercaron, dirigiendo miradas curiosas al campesino e interesadas al canasto.” -> Oración 1; “Un canasto chico, cubierto con un pedazo de saco.”-> Oración 2

Finalmente nos encontramos con el punto y aparte, éste se utiliza para separar párrafos y por consiguiente, ideas distintas que pertenecen todas a la trama del texto.

Los tiempos verbales también son importantes al momento de otorgarle cohesión a un texto, así vemos  que el autor se mantiene todo la narración en el mismo tiempo verbal. Si esto no ocurriese dificultaría el entendimiento del mensaje.


Si modificamos el texto de la siguiente manera: “La tropa se levantó rápida como un resorte. Y la sala se llenó con ruido de sables, movimientos de pies y golpes de taco. El viejecito, deslumbrado con los honores que le harán a su hijo, sin acordarse del canasto y de la gallina, con los brazos extendidos, sale a su encuentro.” Encontramos que hay una falla en la utilización de los tiempos verbales,  lo cual provoca preguntas como: ¿Por qué si los honores ya fueron hechos el hombre se deslumbra con los que le harán? 


Y si llegaste hasta este punto de la lectura, te dejo un regalito que se relaciona con el cuento anterior, ¡saludos!.



1 comentario:

  1. Me parece muy interesante la selección del texto para la ejemplificación. Olegario Laxo Baeza hace una pequeña obra de este texto.
    Respecto al contenido de adecuación deberá revisar los ppt, ya que falta apropiación, porque incluye otros elemento además del registro.

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