Coherencia, Cohesión y Adecuación
Tal como se aprecia en la imagen anterior, un texto bien producido cuenta con los elementos principales de adecuación, cohesión y coherencia.
Aquí dejo una breve explicación de cada uno de estos aspectos, un texto que
los presenta (que por cierto recomiendo mucho leer, es simplemente hermoso) y diversos ejemplos.
Adecuación: Es la
selección apropiada del lenguaje para la situación comunicativa en la que se
encuentra.
Cohesión: Son
todos los mecanismos que sirven para relacionar las palabras, frases, oraciones
y párrafos de un texto.
Coherencia: Establece cuál es la información pertinente que se
comunicará y como se ha de estructurar para que el mensaje tenga sentido.
“El padre”
Olegario Lazo Baeza.
-¡Cabo de guardia!
El suboficial apareció de un salto en la puerta, como si
hubiera estado en acecho. Interrogado con la vista y con un movimiento de la
cabeza hacia arriba, el desconocido habló:
-¿Estará mi hijo?
El cabo soltó la risa. El centinela permaneció impasible,
frío como una estatua de sal.
-El regimiento tiene trescientos hijos; falta saber el
nombre del suyo repuso el suboficial.
-Manuel… Manuel Zapata, señor.
El cabo arrugó la frente y repitió, registrando su
memoria:
-¿Manuel Zapata…? ¿Manuel Zapata…?
Y con tono seguro:
-No conozco ningún soldado de ese nombre.
El paisano se irguió orgulloso sobre las gruesas suelas
de sus zapatos, y sonriendo irónicamente:
-¡Pero si no es soldado! Mi hijo es oficial, oficial de
línea…
El trompeta, que desde el cuerpo de guardia oía la
conversación, se acercó, codeó al cabo, diciéndole por lo bajo:
-Es el nuevo, el recién salido de la Escuela.
-¡Diablos! El que nos palabrea tanto…
El cabo envolvió al hombre en una mirada investigadora y,
como lo encontró pobre, no se atrevió a invitarlo al casino de oficiales. Lo
hizo pasar al cuerpo de guardia.
El viejecito se sentó sobre un banco de madera y dejó su
canasto al lado, al alcance de su mano. Los soldados se acercaron, dirigiendo
miradas curiosas al campesino e interesadas al canasto. Un canasto chico,
cubierto con un pedazo de saco. Por debajo de la tapa de lona empezó a picotear,
primero, y a asomar la cabeza después, una gallina de cresta roja y pico negro
abierto por el calor.
Al verla, los soldados palmotearon y gritaron como niños:
-¡Cazuela! ¡Cazuela!
El paisano, nervioso por la idea de ver a su hijo,
agitado con la vista de tantas armas, reía sin motivo y lanzaba
atropelladamente sus pensamientos.-¡Ja, ja, ja!… Sí, Cazuela…, pero para mi
niño.
Y con su cara sombreada por una ráfaga de pesar, agregó:
-¡Cinco años sin verlo…!
Más alegre rascándose detrás de la oreja:
-No quería venirse a este pueblo. Mi patrón lo hizo
militar. ¡Ja, ja, ja…!
Uno de guardia, pesado y tieso por la bandolera, el
cinturón y el sable, fue a llamar al teniente.
Estaba en el picadero, frente a las tropas en descanso,
entre un grupo de oficiales. Era chico, moreno, grueso, de vulgar aspecto. El
soldado se cuadró, levantando tierra con sus pies al juntar los tacos de sus
botas, y dijo:
-Lo buscan…, mi teniente.
No sé por qué fenómeno del pensamiento, la encogida
figura de su padre relampagueó en su mente.
Alzó la cabeza y habló fuerte, con tono despectivo, de
modo que oyeran sus camaradas:
-En este pueblo…, no conozco a nadie…
El soldado dio detalles no pedidos:
-Es un hombrecito arrugado, con manta… Viene de lejos.
Trae un canastito…
Rojo, mareado por el orgullo, llevó la mano a la visera:
-Está bien… ¡Retírese!
La malicia brilló en la cara de los oficiales. Miraron a
Zapata… Y como éste no pudo soportar el peso de tantos ojos interrogativos,
bajó la cabeza, tosió, encendió un cigarrillo, y empezó a rayar el suelo con la
contera de su sable.
A los cinco minutos vino otro de guardia. Un conscripto
muy sencillo, muy recluta, que parecía caricatura de la posición de firmes.
A cuatro pasos de distancia le gritó, aleteando con los
brazos como un pollo:
-¡Lo buscan, mi teniente! Un hombrecito del campo… dice
que es el padre de su mercé…
Sin corregir la falta de tratamiento del subalterno,
arrojó el cigarro, lo pisó con furia, y repuso:
- ¡Váyase! Ya voy.
Y para no entrar en explicaciones, se fue a las
pesebreras.
El oficial de guardia, molesto con la insistencia del
viejo, insistencia que el sargento le anunciaba cada cinco minutos, fue a ver a
Zapata.
Mientras tanto, el padre, a quien los años habían tornado
el corazón de hombre en el de niño, cada vez más nervioso, quedó con el oído
atento. Al menor ruido, miraba afuera y estiraba el cuello, arrugado y rojo
como cuello de pavo. Todo paso lo hacía temblar de emoción, creyendo que su
hijo venía a abrazarlo, a contarle su nueva vida, a mostrarle sus armas, sus
arreos, sus caballos…
El oficial de guardia encontró a Zapata simulando
inspeccionar las caballerizas. Le dijo, secamente, sin preámbulos:
-Te buscan… Dicen que es tu padre.
Zapata, desviando la mirada, no contestó.
-Está en el cuerpo de guardia… No quiere moverse.
Zapata golpeó el suelo con el pie, se mordió los labios
con furia, y fue allá. Al entrar, un soldado gritó:
-¡Atenciooón!
La tropa se levantó rápida como un resorte. Y la sala se
llenó con ruido de sables, movimientos de pies y golpes de taco. El viejecito,
deslumbrado con los honores que le hacían a su hijo, sin acordarse del canasto
y de la gallina, con los brazos extendidos, salió a su encuentro. Sonreía con
su cara de piel quebrada como corteza de árbol viejo.
Temblando de placer, gritó:
-¡Mañungo!, ¡Mañunguito…!
El oficial lo saludó fríamente. Al campesino se le
cayeron los brazos. Le palpitaban los músculos de la cara.
El teniente lo sacó con disimulo del cuartel. En la calle
le sopló al oído:
-¡Qué ocurrencia la suya…! ¡Venir a verme…! Tengo
servicio… No puedo salir.
Y se entró bruscamente. El campesino volvió a la guardia,
desconcertado, tembloroso. Hizo un esfuerzo, sacó la gallina del canasto y se
la dio al sargento.
-Tome: para ustedes, para ustedes solos.
Dijo adiós y se fue arrastrando los pies, pesados por el
desengaño. Pero desde la puerta se volvió para agregar, con lágrimas en los
ojos:
-Al niño le gusta mucho la pechuga. ¡Denle un pedacito…!
Ejemplos
Adecuación:
En el cuento anterior se aprecia una correcta selección
del lenguaje, logrando el objetivo de entregar exitosamente el mensaje,
logrando identificar que se trata de una narración. El nivel de formalidad
utilizado por el autor es constante al igual que el grado de especificidad.
Distinto hubiese sido si en vez de “Al menor ruido, miraba afuera y estiraba el cuello, arrugado y rojo
como cuello de pavo. Todo paso lo hacía temblar de emoción, creyendo que su
hijo venía a abrazarlo, a contarle su nueva vida, a mostrarle sus armas, sus
arreos, sus caballos… “, el autor hubiese escrito “Al menor ruido, altiro miraba afuera y estiraba
el cuello, arrugado y rojo como cuello de Meleagris gallopavo. Todo paso lo
hacía temblar de emoción, creyendo que su cabro
venía a abrazarlo, a contarle su vida, mostrarle sus armas, sus arreos, sus
caballos…”
En el segundo texto modificado, se aprecia que el nivel
de formalidad baja abruptamente al utilizar las palabras “altiro” y “cabro”,
como también el grado de especificidad aumenta al sustituir la palabra “pavo”
por el nombre científico de éste, resultando un texto que no presenta una
correcta adecuación.
Coherencia:
Con el cuento seleccionado, se pueden destacar ciertos
aspectos propios de la coherencia, los cuales serán explicados a continuación.
Cantidad y calidad de la información: no existe
redundancia de información, además, esta se encuentra en forma precisa, por
ejemplo cuando el autor dice “Dijo adiós
y se fue arrastrando los pies, pesados por el desengaño.”, no deja duda al
por qué arrastraba los pies, enfatiza la emoción del hombre que se encontraba
dolido, sin esa pequeña descripción “pesados por el desengaño” el texto
disminuiría en el objetivo de provocar
que el receptor se conmueva. Por otro lado, la idea que expresa es clara,
explicándose por sí sola, sin la necesidad de recurrir a ayudas externas que
permitan su comprensión.
La estructura de la información: corresponde a un texto
narrativo (supraestructura) ordenado cronológicamente con una presentación,
episodio y final. La macroestructura se encuentra clara, siendo ésta el sentido
global del texto: El amor incondicional de un padre a su hijo a pesar de lo que
este haga.
El tema y el rema: son manejados de manera equilibrada,
iniciando con “Un viejecito…” (tema), para luego indicar la situación en la que
se encuentra “se alejaba y volvía tímidamente a la puerta del cuartel” (rema),
iniciando así una cadena de información conocida con información nueva. En el
caso del fragmento seleccionado, el tema sería “el oficial de guardia”, en
tanto que el rema sería “molesto con la insistencia…”.
Finalmente, cada párrafo desarrolla una idea distinta a
la de los otros párrafos, sin dejar información inconclusa o juntando ideas que
no se conectan entre sí.
Cohesión:
Existe una serie de recursos de cohesión que se pueden identificar
en el cuanto de “el padre”, entre ellos recursos anafóricos que están
ejemplificados a continuación:
“Mientras tanto, el padre, a quien los años habían
tornado el corazón de hombre en el de niño, [] cada vez más nervioso, [] quedó
con el oído atento.” En el
fragmento anterior, se aprecia la utilización de la elipsis en las zonas
marcadas [], donde se omite al sujeto (El padre) debido a la cercanía del
original y se entiende que se habla de él.
“Quiso interrogar al centinela, pero el soldado le cortó
la palabra en la boca…” Esta
oración permite apreciar la llamada sustitución léxica por sinónimos, donde el
autor para no repetir la palabra centinela utiliza el término soldado debido a
la cercanía de éstas.
Otro elemento cohesivo es la puntuación, para ello
utilizaremos el siguiente párrafo:
“El viejecito se sentó sobre un banco de madera y
dejó su canasto al lado, al alcance de su mano. Los soldados se acercaron,
dirigiendo miradas curiosas al campesino e interesadas al canasto. Un canasto
chico, cubierto con un pedazo de saco. Por debajo de la tapa de lona empezó a
picotear, primero, y a asomar la cabeza después, una gallina de cresta roja y
pico negro abierto por el calor.”
En el trozo seleccionado encontramos que las frases se
encuentran separadas por comas: “El
viejecito se sentó sobre un banco de madera y dejó su canasto al lado”->Frase
1; “al alcance de su mano.”
->Frase 2.
Los puntos seguidos son utilizados para separar oraciones
que si bien pertenecen todas a una misma idea, presentan diferencias en la
información que entregan. Ej.: “Los
soldados se acercaron, dirigiendo miradas curiosas al campesino e interesadas
al canasto.” -> Oración 1; “Un
canasto chico, cubierto con un pedazo de saco.”-> Oración 2
Finalmente nos encontramos con el punto y aparte, éste se
utiliza para separar párrafos y por consiguiente, ideas distintas que
pertenecen todas a la trama del texto.
Los tiempos verbales también son importantes al momento
de otorgarle cohesión a un texto, así vemos
que el autor se mantiene todo la narración en el mismo tiempo verbal. Si
esto no ocurriese dificultaría el entendimiento del mensaje.
Si modificamos el texto de la siguiente manera: “La tropa se levantó rápida como un resorte.
Y la sala se llenó con ruido de sables, movimientos de pies y golpes de taco.
El viejecito, deslumbrado con los honores que le harán a su hijo, sin acordarse del canasto y de la
gallina, con los brazos extendidos, sale a su encuentro.” Encontramos que hay una falla en la utilización de
los tiempos verbales, lo cual provoca
preguntas como: ¿Por qué si los honores ya fueron hechos el hombre se deslumbra
con los que le harán?
Y si llegaste hasta este punto de la lectura, te dejo un regalito que se relaciona con el cuento anterior, ¡saludos!.
Y si llegaste hasta este punto de la lectura, te dejo un regalito que se relaciona con el cuento anterior, ¡saludos!.
Me parece muy interesante la selección del texto para la ejemplificación. Olegario Laxo Baeza hace una pequeña obra de este texto.
ResponderEliminarRespecto al contenido de adecuación deberá revisar los ppt, ya que falta apropiación, porque incluye otros elemento además del registro.